La esclavitud silenciosa: el trabajo doméstico y su nocividad

El 45 por ciento de las trabajadoras del hogar ganan entre uno y dos salarios mínimos, y el cinco por ciento de ellas gana más de tres.

Si hay un rasgo que destaca en nuestra cultura, por encima de lo normal, es el sentido de servidumbre, una postura fuertemente arraigada dentro de nuestros mecanismos sociales que inclusive sorprende a los extranjeros cuando visitan el país; “es que los mexicanos son muy serviciales en todo” y para muestra un botón, aquí en México existen oficios que difícilmente podríamos encontrar fuera de nuestras fronteras, desde el o la despachadora de gasolina, hasta el “cacharpo” que acompaña al chófer del microbús, estamos muy (mal) acostumbrados a que alguien nos atienda siempre.

En este sentido no es difícil dimensionar el problema que representan las labores del hogar, “el quehacer” como le decimos popularmente, para una sociedad acostumbrada a que alguien haga esos “detalles”, mientras nos enfocamos a nuestras actividades primordiales, aquí es donde comienza el dilema del trabajo doméstico remunerado y no remunerado.

Como parte de nuestra cosmovisión de identidad, tendemos a creer que la sociedad mexicana es matriarcal, pero, todo lo contrario… solemos confundir la importancia sentimental que tiene la figura materna en los hogares mexicanos, la cual, ciertamente es mejor vanagloriada que la paterna, pero, con el pequeño detalle de que seguimos estando y reproduciendo el estereotipo patriarcal, ya sabes, el hombre que sale a trabajar para proveer, quien afronta las decisiones importantes, mientras la mujer puede llegar a administrar el dinero, pero… con el detalle de que “es su obligación hacer el quehacer” como agradecimiento o cooperación al hecho de no tener que salir a laborar, pero… ¿A caso mantener una casa limpia y en orden no representa un esfuerzo mental y físico?

“Chinga tu madre”, dentro del folklore mexicano, sabemos bien que es una de las ofensas más especiales de las cuales podemos echar mano en un arranque de furia, porque como ya mencionamos es una figura casi inmaculada, lo más sagrado para el mexicano, pero… curiosamente la gran mayoría de los mexicanos “chinga a su madre”, cuando esta misma se vio en la necesidad de salir a trabajar para subsistir, sin que las labores domésticas dejarán de ser su “responsabilidad”.

Con relación a esto, la académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), María de Jesús López Amador, asegura que el trabajo doméstico es la actividad más sobreexplotada y menos remunerada, ya sea por empleo contractual, por palabra o como hemos revisado, parte de las funciones como integrante familiar.

En este sentido nos encontramos con una bifurcación, ya que, el trabajo doméstico se realiza en dos variantes, la de empleada y la de obligación para con la familia, es decir, mientras que para la primera variante se le retribuye por su labor, en la segunda esa retribución es completamente inexistente, a pesar de que consistan en lo mismo.

“El 45 por ciento de las trabajadoras del hogar ganan entre uno y dos salarios mínimos, y el cinco por ciento de ellas gana más de tres; es decir, por día algunas reciben cerca de 150 pesos".

Aunque se han hecho reformas a las leyes Federal del Trabajo y del Seguro Social se sigue dejando afuera la posibilidad de que se jubilen, de definir un salario al día por prestaciones adquiridas por los años trabajados, e incluso siguen sin saber cómo afiliarse a un sistema de seguridad social”.

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Esto último en relación a la modalidad de empleada, a las cuales, comúnmente se les suele llamar con las expresiones “sirvienta”, “criada” o “chacha”, lo cual, según explica la académica, contiene una fuerte carga discriminatoria, tal es el caso, que el 30 de marzo de 1998 en Bogotá-Colombia, se conformó la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar; instaurando esa fecha como el día internacional de esta actividad laboral, para así reivindicar su valía social y moral.

Visto de este modo, existen recursos, formas, instituciones que pueden apoyar a las mujeres quienes constantemente sufren malos tratos, violencia psicológica, retención de sus pagos e inclusive acoso y abuso sexual, es decir, afortunadamente se ha avanzado mucho en este terreno para erradicar esos males, pero… ¿Qué ocurre cuando el trabajo doméstico es familiar?

En este sentido es importante fomentar la equidad de responsabilidades en el trabajo doméstico, independientemente del resto de actividades como trabajar, estudiar, entrenar, etc., esto como un primer paso a conciencia de que no tiene porqué ser obligación de una mujer, en la gran mayoría de los casos, la madre, realizar toda esa labor sin ayuda de quienes también habitan los espacios, acerca de esto la académica de la UNAM comenta:

“En la ENTS tenemos la especialización “Modelos de intervención con mujeres”, que tiene como fin generar propuestas para impulsar a todas, particularmente su salud mental. Los estudiantes tratan de entender nuevas formas de organización familiar en bienestar de las mujeres y comprender otros mecanismos de seguridad social para capacitarlas y así, darles el sustento para evitar en lo posible que sean abusadas en lo laboral y en sus derechos humanos”.

JR Brindiz


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