Sendero del oso - It´s the ifraestructure, stupid

Por Said Flores Alonso

Cada vez se habla más de the edge computing en los foros especializados en telecomunicaciones y TICs. La computación en el borde o en la frontera como se le conoce, implica una visión nueva y descentralizada de los datos, la transferencia y compartición expeditas.

Estamos acostumbrados a visualizar que la transferencia de datos en el internet es a través de la idea de la nube. Lo que muchos no saben es que esta concepción del internet implica enormes centros de datos centralizados en un lugar específico.

Para entenderlo mejor, pensemos en la nube de la siguiente manera: supongamos que el internet es el intercambio de mercancía entre dos personas separadas por cientos de kilómetros de distancia. Pensemos que esa ‘mercancía’ debe llegar a un lugar de almacenamiento y logística en donde se trazarán las rutas más eficientes sobre tiempo y costos para el envío de nuestros paquetes; dichos centros de almacenamiento son sólo cinco en todo el país y están estratégicamente instalados para tener presencia regional.

Consideremos que las autopistas, avenidas y calles fueron construidas para el acceso y conexión de esos cinco centros de almacenamiento. Estos son nuestros centros de datos: la nube, las calles y avenidas son nuestros medios de transferencia, que en conjunto nos da como resultado el Internet.

La computación del borde implica abrir centros de almacenaje considerablemente más chicos y de menor capacidad que los grandes centros de almacenamiento, por ejemplo, imaginemos que, si la nube es la conectividad de cinco centrales de abasto, en la computación del borde se añaden nodos que podrían ser vistos como mercados locales o pequeñas bodegas en las afueras de las grandes ciudades.

El objetivo con esta tecnología es reducir la latencia, es decir, mejorar la eficiencia, soportar la transferencia de grandes cantidades de datos en tiempo real y separar los datos de almacenamiento obligatorio de los que son más susceptibles a ser almacenados en menor temporalidad.

Imagine que mandó una mercancía de enorme volumen a Tijuana al mismo tiempo que un paquete pequeño a Querétaro en calidad de urgente, con el nuevo modelo del borde no es necesario esperar a que ambos lleguen a Guadalajara para saber por medio de que ruta enviarlos, pues resulta más fácil separarlos en Tlalnepantla, enviar a Tijuana el de mayor capacidad por tren y despachar el de menor tamaño y mayor urgencia hacía Querétaro por tierra.

Lograr tal eficiencia sólo es posible invirtiendo en el despliegue de infraestructura para nuevos centros de datos, nodos y conexiones de última milla que permitan mantener la conectividad por la mayor diversidad de medios posible sin separarse del objetivo de la eficiencia. La inversión en infraestructura de manera constante y previendo la obsolescencia casi inmediata en este sector, es y será el epicentro de la solución a cualquier problemática relacionada con el rezago de conectividad en el país.

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No podemos debatir las tendencias tecnológicas del futuro, si no hemos resuelto un problema tan añejo como es el de invertir coordinada y responsablemente entre el sector publico y la Iniciativa Privada, como no podemos llenarnos la boca de temáticas sobre las buenas intenciones asociadas a las energías limpias y “sostenibles” cuando no se tiene claro que los fierros, el espacio y la cartera son el fondo de todo asunto en estos sectores productivos. Los privados quieren invertir, pero no arriesgar, y dejan de lado en todo debate que es irrelevante si se mueven en la dimensión del sector terciario, la infraestructura es el motor de todos sus negocios, directa o indirectamente.

El computo en el borde puede revolucionar los mercados, más si su desarrollo en el futuro inmediato está plenamente circunscrito a la voluntad de los interesados en invertir previendo que los nuevos modelos de desarrollo tecnológico tienden a la descentralización de la información.


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