En Cartelera: Rápidos y Furiosos: Hobbs & Shaw

Tras ocho entregas de la saga  Fast & Furious (2001-2017), y la novena esperando a la vuelta del 2020, llega el primer spin-off de la misma con los personajes de Hobbs (Dwayne Johnson) y Shaw (Jason Statham) como protagonistas. Pero eso ya lo saben, claro, es redundante, lo siento. Así que centrémonos:  Hobbs & Shaw, vira el sentido original de la saga madre -persecuciones, carreras, acciones loquísimas que sobrepasan lo imposible para convertirse en un espectáculo, por momentos, tan adrenalínico como divertido-, aquella que empezó a rifar de verdad a partir de la cuarta entrega (Fast & Furious: Aún más rápido, 2004) por obra y arte de Justin Lin; para centrarse en una buddy movie de calvos repartiendo putazos con tanto peso a nivel cómico como a nivel action movie.  

En tiempos de cine superheroico desorbitado, donde el espectador ya tiene la mirada más que sobrepasada por la espectacularidad de todo tipo de imagenes/acciones, Hobbs & Shaw parece poner su ojo en el cine de acción de los años 90. Es cierto que David Leitch, firmante de Deadpool 2 (2018), no es James Cameron ni John McTiernan, pero al menos intenta configurar una movie que no cojee demasiado ni en los supuestos puntos álgidos ni en las concatenaciones de estos. ¿Qué significa todo esto? Pues que Hobbs & Shaw lejos de perseguir la estilización superlativa de las set-pieces de Misión Imposible: Fallout (2018) o de montar un espectáculo bigger-than-life a lo Vengadores: Infinity War (2018), entiende su película como un divertimento donde la relación de la pareja protagonista es tan importante como las secuencias de acción en sí mismas. Lo que es un acierto, porque si bien la acción funciona mejor en unas secuencias (la caída del rascacielos) que en otras (la que acaece en Ucrania), la relación de compadreo y cuñadismo entre Hobbs y Shaw funciona bien tanto a nivel de guión base -chiste y contrachistes- como de puesta en escena -donde se busca igualarlos siempre a nivel estético desde su misma presentación con pantalla partida-. 

Pero si hay algo que sorprende en esta película es, sin duda, el protagonismo que convierte a la pareja en un triángulo plenamente efectivo: Hattie (Vanessa Kirby, actriz descubierta en The Crown), hermana de Shaw en la ficción y con lápiz de ojos a lo Amy Winehouse, funciona tan bien que llega a comerse la película por momentos. Que su personaje sea el de una action woman que no necesita de los músculos de sus compañeros para resultar letal, ofrece el contrapunto perfecto para que Hobbs & Shaw funcione sin necesidad de recurrir a casi nada más. De ahí que brille mucho más que el villano al que da vida un Idris Elba al que le puede el rictus estrambótico y al que tampoco se le acaba de sacar todo el jugo que debería en su papel de hombre biónico indestructible. 

Como siempre pasa en estos casos la película se alarga más allá de lo recomendable (dos horas y cuarto) y hay ideas que funcionan mejor sobre el papel que en la pantalla (el ejército de samoanos con armas ancestrales), algo que se le perdona (si uno es benévolo) en una última carrera-pelea entre automóviles tuneados y un helicóptero, ahora sí, realmente espectacular y con un guiño realmente chulo a la saga original. Y hasta aquí puedo leer, porque si digo lo que más me ha gustado de la película (un personaje tremendamente divertido) sería espoilear demasiado.

 

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