Drapaires poligoneros - Manolo García

En un panorama musical saturado de producciones efímeras y algoritmos devoradores de almas, Manolo García irrumpe con Drapaires poligoneros, su décimo álbum en solitario, como un faro anticapitalista y poético que recuerda por qué la canción de autor sigue siendo un acto de resistencia. Lanzado el 31 de octubre de 2025, este disco de 16 temas (aunque algunas fuentes lo citan como 15, dependiendo del conteo de interludios) es un viaje introspectivo y combativo, producido íntegramente por el propio García, que destila su esencia inconfundible: esa mezcla de pop-rock catalán, letras que calan como lluvia en el asfalto y una voz que suena a barrio y a eternidad. No es casual que el título, en catalán, evoque a los "drapaires" (traperos o remendones) y "poligoneros" (los de los polígonos industriales), un guiño a la diversidad cultural que García defiende con uñas y dientes frente a la homogeneización global: "Antes el mundo era diverso y fascinante. Ahora todo es igual y aburrido", confiesa el artista en entrevistas recientes.

Desde el arranque con "Lloraré", un lamento inicial que establece el tono emocional, hasta el cierre en "Solo siento", el álbum fluye como un río de reflexiones urbanas. Destacan los adelantos previos: "No estás solo, tienes tu voz", un himno de empoderamiento personal que resuena en tiempos de ruido constante; "Mujer sola, hombre solo", una balada que disecciona la soledad contemporánea con ternura cruda; y "Lustre y lumbre", donde la poesía de García brilla como un fuego fatuo en la noche. Temas como "Un nudo gordiano" o "Mariposas de metal" exploran nudos emocionales y metáforas industriales, mientras que "Drapaires poligoneros" (el track homónimo, breve pero punzante) reivindica la humildad de los marginados. Y no falta el catalán en "En Ibiza, con los honderos baleares", su primera pieza propia en ese idioma, un gesto que subraya su arraigo cultural.

Musicalmente, es un 100% García: arreglos orgánicos con toques de rock mediterráneo, guitarras que susurran y crescendos que explotan en coros inolvidables, sin concesiones a la radio fórmula. Cadena 100 lo resume a la perfección al hablar de "16 lecciones" sobre cómo la música con alma puede triunfar sin traicionarse, un disco que "suena con ese regusto reconocible desde el primer segundo".


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