Todos, sin excepción, buscamos siempre dar una buena imagen, ya sea en nuestro centro de trabajo o estudios, con nuestros amigos y por supuesto, con esa persona que nos pone a babear, es algo completamente normal, aunque en la intimidad de nuestras casas no pasemos de la misma playera descuidada y unas sandalias impresentables… pero, ¿Qué sucede en las redes sociales?
Si algo hemos aprendido luego de diez años inmersos en la aldea digital, es que, ahí, el mundo es perfecto o cuando menos, todos intentan serlo con demencia, ya sea mostrando un estilo de vida impecable, experiencias envidiables y por supuesto, una apariencia sacada de cualquier catálogo de cosméticos, ahí las imperfecciones no existen y si existen es porque no aplicaste la postura o el filtro correcto.
Y es que, no se trata solo de enfocar bien el celular para ocultar que no has levantado la ropa que tienes en tu cama desde hace semanas o corregir la iluminación porque ese día estaba nublado y se veía muy oscuro… no, se trata de vender una imagen inmaculada, nuestra imagen perfecta, pero… ¿Hasta que punto nosotros seguimos siendo nosotros realmente?
No, no está mal darse “una manita de gato”, ni tampoco utilizar los filtros en Facebook, Instagram, Snapchat, Tiktok, etc. Pero… ¿Se puede considerar esto como un fraude?, El término catfishing surge en el año 2010, a raíz de la publicación de un documental homónimo, en el cual, se relata la historia de un chico joven que mantiene una relación amorosa a través de facebook, en dónde él cree que su pareja es una joven de 19 años, cuando en realidad se trataba de una mujer mayor de 40 años.
Como tal catfishing no tiene una traducción literal al español, pero, se puede entender como una trampa para mantener o lograr algo. El término se deriva de catfish, nombre en inglés para el pez Bagre, esto, debido a un mito existente en la cultura de la industria pesquera, en dónde, para mantener la frescura del Bacalao se introducen Bagres en el mismo tanque de almacenamiento, esto, según se cree, hace que el Bacalao piense y sienta que sigue libre en el mar y por ende no se estrese, ni tampoco pierda su vitalidad durante el trayecto.
En resumen el catfishing ocurre cuando una persona aparenta ser completa o parcialmente alguien diferente a su realidad, ya sea, suplantando una identidad u omitiendo y resaltando en demasía ciertos detalles y cualidades, entonces… Dicha acción ¿es un fraude?
Si bien, el significado literal de fraude es: “engaño económico con la intención de conseguir un beneficio, y con el cual alguien queda perjudicado”. Creemos que podemos adaptar esta definición para el catfishing, ya que, aquí entra en juego algo más valioso que unos billetes… los sentimientos y la confianza que una persona decide depositar en otra.
Sin adentrarnos al modus operandi del crimen organizado, como sucede en la trata de personas o el secuestro. El catfishing es una manera de violentar a los demás, no solo por el choque psicológico que puede representar el conocer una realidad completamente diferente a la presupuesta, sino, por la reproducción de ese status Quo digital, en dónde nos obligamos 24/7 a cumplir expectativas impuestas por nosotros mismos desde nuestra mecánica de convivencia y aceptación.
El catfishing puede ser peligroso en cuanto no sepamos las intenciones reales de quién lo practica premeditadamente, pero, lo es aún más, en cuanto al ambiente hostil en el que se nos obliga a desarrollarnos como individuos, llegando a provocar problemas serios en el autoestima, los cuáles, pueden degenerar en depresión, de hecho, según un boletín emitido por la Dirección General de Comunicación Social (DGCS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), indica:
“En México, 15 de cada 100 habitantes sufre depresión, y la cifra podría ser mayor porque algunas personas jamás han sido diagnosticadas y viven hasta 15 años sin saber que tienen esta afección, que se manifiesta por un estado anímico de nostalgia profunda, indicó Alfonso Andrés Fernández Medina, subdirector de Información de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC) de la UNAM.”
JR Sánchez