“Autos, tráfico y movilización, nuestra civilización”: Los mexicanos y el dilema de tener auto propio

Con motivo de la conmemoración del “22 de septiembre: día mundial SIN auto”, fecha que busca crear conciencia social sobre el uso excesivo de los automóviles y el impacto negativo de tipo ambiental, económico y social que representa, debemos espabilar nuestros ideales de movilidad, sobre todo en las grandes urbes, ya que, como la gran mayoría de acciones humanas, tendemos a romantizar ideas que irónicamente solo nos destrozan, como esas relaciones toxicas de “pégame pero no me dejes”, en este sentido… ¿cuál es la situación entre los mexicanos y la aspiración propagandística de la industria automotriz?

Comencemos por hablar del número de vehículos en circulación en México, De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, al cierre del 2019, en México circulan 44.92 millones de vehículos automotores, de los cuales, 20.30 millones son unidades legales, lo que representa 62.57 por ciento; 9.11 millones de unidades son regularizadas, lo que significa 28.09 por ciento; 3.03 millones de unidades son ilegales, siendo 9.34 por ciento del total. Números que por si mismos no reflejan mucho, pero, al ser provenientes de un país cuya cultura popular suele fomentar el incumplimiento de las leyes, es muy bueno saber que el porcentaje de ilegalidad automotriz es realmente bajo.

Ahora, si nos metemos a revisar quien es "el mero chipotles" en eso de la venta de autos, podemos encontrar que la armadora con mayor volumen de vehículos circulantes en el país es Nissan con 5.12 millones de unidades (15.77 por ciento); seguida de GM con 4.86 millones de unidades (14.98 por ciento); Ford con 3.81 millones de unidades (11.75 por ciento); Fiat Chrysler con 3.25 millones de unidades (10.03 por ciento); VW con 3.14 millones de unidades (9.67 por ciento); Toyota con 2.75 millones de unidades (8.47 por ciento) y Honda con 1.41 millones de unidades (4.35 por ciento). El resto de las compañías participantes en el parque vehicular suman 8.11 millones de unidades (24.98 por ciento). 

Es decir, que los Tsurus y los Chevys son los reyes del asfalto mexicano, pero, la cosa no para aquí, puesto que, según el estudio: “Confianza del Consumidor Automotriz en México” de la consultora JD Power, 1 de cada 10 mexicanos Sí se aventó a comprar un automóvil a pesar de la debacle económica que hemos padecido estos últimos 12 meses a causa del COVID-19.


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Dicho estudió contemplo la recopilación de 32 mil entrevistas realizadas a clientes de la industria automotriz mexicana, en las cuales, se encontró que las razones principales para la decisión de compra destacan la reputación de la marca, con 17%. Es decir, “si me dicen que esta chido, pues lo compro”, situación que muchas veces puede resultar contraproducente al no investigar más allá sobre las dolencias de cada modelo, lo que, a su vez, nos permite plantear un esquema de gastos de mantenimiento en el corto, mediano y largo plazo.

Pero, regresando al tema del día mundial SIN automóvil, un simple mortal de a pie podría pensar: “pues la neta mi sueño sí es tener mi carrito y dejar de usar los camiones, pero… con todo esto del impacto ambiental, pues ya mejor me compro uno eléctrico y así sin pedos, todos felices” peeeero… (siempre hay un pero), pasa y resulta que un auto eléctrico no es como que sea el gran cambio en cuanto a la cantidad de producción de CO2 con relación a toda la vida útil del automóvil, es decir, sí ayudamos al ambiente, pero, así que digas “uy lo ayudamos muchísimo… pues no”, tan solo observa:

Según un estudio publicado por el gobierno del Reino Unido, un auto convencional con uso de naftas, producirá 24 toneladas de CO2 a lo largo de toda su vida útil, mientras que, el auto eléctrico generará 18 toneladas de CO2, es decir, que si queremos seguir manejando y sentirnos Toreto, el planeta debe aguantar la ley de Herodes: “o se chinga o se jode”, pero… para no romper más tu pobre corazón como nuestros compas de Caballo Dorado, la producción de CO2 del auto eléctrico contempla su proceso de ensamblaje, la creación de sus baterías de almacenamiento, la elaboración de sus materias primas y por supuesto, las mismas emisiones generadas para producir la energía eléctrica necesaria para cargarlo, teniendo en cuenta que no siempre podrán cargarse con energía obtenida a través de fuentes limpias.

Así que, ya lo sabes, tener un auto propio comienza a transformarse, más que un sueño, en una pesadilla, no solo por la “endrogada” que te pones al sacarlo a crédito con una agencia, sino, por la mega madriza que le seguimos poniendo al único planeta en el que sabemos que podemos vivir a toda madre, sin más que agregar… ¿Feliz día mundial “SIN” auto? 

JR Brindiz

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