La época en la que hombres y mujeres personalizaban sus motocicletas para hacer carreras de café a café mientras sonaba una canción, es así como nace la cultura café racer, La Continental GT 650 celebra este un estilo único que jamás va a desaparecer. Este modelo recupera el espíritu original de la cultura cafe racer de los años 50 y 60 representada en su momento por la Continental GT 250. Su nuevo motor Twin es robusto, hecho con materiales nobles, pensado para que dure muchísimos kilómetros y tenga espacios de mantenimiento distanciados. Se trata de un bicilíndrico paralelo, 8 válvulas con un calado a 270 grados.
La ergonomía es la esperada en una moto de estas características. El asiento recibe cómodamente al piloto y la información que brinda el tablero es la necesaria. Cada curva se disfruta al máximo, con un estilo único, que gusta y vuelve a colocar a Royal Enfield entre las marcas más importantes del mercado.
El triángulo ergonómico obliga a apoyar las rodillas sobre el aleteado de la tapa de cilindros. Si bien cuenta con un separador, la proximidad al motor nos hará sentir el calor disipado. Esta sensación se verá incrementada en jornadas más cálidas.
En el asiento la Continental se diferencia de su gemela Interceptor debido a sus plazas con niveles diferenciados y costura en bastones para el piloto.
Además de la diferencia cromática, la forma del tanque es específica en cada modelo tanto así como su capacidad. Ambos modelos comparten las dos esferas analógicas para su instrumental, con un pequeño indicador digital en la izquierda que indica el nivel de combustible, km totales y los dos trip. Los comandos en las piñas funcionan correctamente aunque, nobleza obliga, denotan un origen low cost al igual que las carcasas de los intermitentes. Los espejos son clásicos, redondos y de correcta visión.
La caja de cambios es toda una novedad para la marca, ya que es la primera vez que RE utiliza 6 marchas. El comando es preciso y muy corto, tal es así que en un principio requiere de una pequeña adaptación para no “pasarse” al buscar el neutro.
Basada en una misma plataforma que la Interceptor 650, ya que comparten motor y parte ciclo, las diferencias de estilo y ergonomía la convierten en una moto completamente distinta, tal es así que las sensaciones a sus mandos las sentencian.
Es una cafe racer que recibe elogios, comentarios y gestos de aprobación de todo tipo. Los semimanillares anclados por debajo de la tija de dirección y los pedalines retrasados y altos redundan en una postura de conducción adelantada, de ataque sobre la moto, que invita a disfrutar de caminos que enlazan curvas de izquierda a derecha una tras otra.
Esa agresividad se paga, sin ser grave, en el tránsito urbano, donde cargamos mucho la mitad superior de nuestro cuerpo. Lógicamente los semimanillares penalizan el radio de giro y la fluidez para realizar maniobras a baja velocidad. La iluminación es completamente halógena y está bien que así sea en motos de esta tendencia. No obstante, el poder lumínico está asegurado.
El nuevo motor desarrollado por Royal Enfield de 648 cc y cigüeñal calado a 270°, además de ser exquisito a la vista ya que nos remite a las épocas doradas del motociclismo, se destaca por la forma en que entrega su potencia. Súper lineal, dispone del 80% de su par máximo (52 Nm) a tan solo 2.500 rpm; lo que traducido en el mundo real nos permite circular de manera ágil y suave sin la necesidad de cambiar constantemente de marcha. La potencia de 47 CV a 7.250 rpm que declara la ficha realmente parece más debido a la entrega constante a través de buena parte del cuentavueltas.
La refrigeración por aire con radiador de aceite le aporta el toque vintage al impulsor, mientras que la inyección electrónica Bosch y las 4 válvulas por cilindro lo ubican en el siglo XXI como un motor eficiente tanto en consumo como en prestaciones. En este aspecto tenemos que hablar de unos 170 km/h de velocidad final (de marcador) y un consumo mixto registrado del orden de los 5 litros cada 100 km recorridos.