La depresión es una de las enfermedades mentales más prevalentes en el mundo, afectando a más de 280 millones de personas según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Para muchos, los tratamientos convencionales como antidepresivos, psicoterapia o incluso terapias no invasivas como la estimulación magnética transcraneal no logran aliviar los síntomas. En estos casos de depresión resistente, una innovadora intervención quirúrgica conocida como Estimulación Cerebral Profunda (DBS, por sus siglas en inglés) está abriendo nuevas puertas de esperanza. Este reportaje explora en qué consiste esta cirugía, el caso pionero de Lorena Rodríguez en Colombia, la experiencia de un paciente en México y las expectativas que este procedimiento genera para quienes enfrentan esta enfermedad incapacitante.
¿Qué es la Estimulación Cerebral Profunda?
La Estimulación Cerebral Profunda es una técnica neuroquirúrgica avanzada que busca regular la actividad cerebral alterada en trastornos como la depresión resistente. El procedimiento implica la implantación de electrodos en regiones específicas del cerebro relacionadas con las emociones, la motivación y la regulación del estado de ánimo. Estos electrodos, similares a pequeños "chips", se conectan a un neuroestimulador —comparable a un marcapasos— ubicado bajo la piel, generalmente en el pecho. Este dispositivo emite impulsos eléctricos continuos que modulan los circuitos neuronales disfuncionales, ayudando a restablecer un equilibrio emocional.
La cirugía, que puede durar hasta seis horas, se realiza con el paciente despierto para permitir a los neurocirujanos calibrar los estímulos en tiempo real, asegurando una colocación precisa de los electrodos. Antes de la intervención, se realizan estudios avanzados de neuroimagen, como la tractografía, que mapean los circuitos cerebrales del paciente, permitiendo un enfoque personalizado. Los dispositivos modernos son recargables, con una vida útil de hasta 25 años, y los pacientes pueden ajustar la estimulación mediante un control remoto bajo supervisión médica.
Aunque la DBS no elimina la depresión por completo, su objetivo es reducir significativamente los síntomas, devolviendo a los pacientes la capacidad de disfrutar actividades cotidianas, trabajar y relacionarse. Es un procedimiento de bajo riesgo, pero solo se recomienda para casos refractarios, cuando otros tratamientos han fallado tras años de intentos.
El Caso de Lorena Rodríguez
El 9 de abril de 2025, Colombia marcó un hito en la neurocirugía funcional al realizar la primera cirugía de DBS con cuatro electrodos para tratar la depresión resistente. La paciente, Lorena Rodríguez Moreno, se convirtió en la protagonista de este avance médico en el Hospital Internacional de Colombia (HIC) en Bucaramanga. Lorena, llevaba desde los 17 años luchando contra un trastorno mixto de depresión y ansiedad que la había incapacitado, especialmente tras una recaída devastadora en diciembre de 2023.
“Me sentía atrapada en un túnel sin salida. No podía levantarme de la cama, vestirme o disfrutar de cosas simples como un helado”, relató Lorena. Tras agotar tratamientos farmacológicos, psicológicos y alternativos, sin resultados, aceptó someterse a esta cirugía pionera liderada por el neurocirujano William Omar Contreras. La intervención, que utilizó cuatro electrodos en lugar de los dos habituales, fue diseñada para modular circuitos cerebrales relacionados con la tristeza, la ansiedad, la culpa y la rumiación mental. Durante las seis horas de operación, Lorena permaneció despierta, lo que permitió al equipo médico ajustar los estímulos en tiempo real. “Sentía que mi mente estaba siendo reprogramada. Es increíble cómo la ciencia ha llegado tan lejos”, expresó.
A tres meses de la cirugía, Lorena reportó mejoras significativas: volvió a maquillarse, salir a centros comerciales y sentir ilusión por vestirse. Aunque los efectos completos pueden tardar hasta dos años, su testimonio es esperanzador: “Es como volver a nacer. La vida siempre vale la pena”. Su caso no solo destaca el potencial de la DBS, sino que también visibiliza la importancia de tratar la salud mental con la misma seriedad que las enfermedades físicas.
Expectativas de la DBS para pacientes con depresión
La DBS representa una esperanza para quienes viven con depresión resistente, pero no es una cura milagrosa. Las expectativas deben ser realistas: el procedimiento puede mejorar la calidad de vida en un 50% o más, reduciendo la frecuencia e intensidad de los episodios depresivos.
Los especialistas enfatizan que la DBS es un tratamiento de última línea, indicado solo para un pequeño porcentaje de pacientes que cumplen criterios estrictos: un diagnóstico claro de depresión mayor resistente, fracaso de múltiples tratamientos y ausencia de otras condiciones que puedan complicar la cirugía. La personalización del procedimiento, basada en técnicas como la conectómica y la tractografía, permite abordar los circuitos cerebrales específicos de cada paciente, lo que aumenta su eficacia.
En términos globales, la DBS para la depresión sigue siendo un campo en evolución.