Drag Queen: México está enamorado de ellas

“Somos heterosexuales por defecto, no por voluntad propia. Depende de lo que te guste. Es toda una cuestión de estética, sin una puta mierda que ver con la moral.”

- Mark Renton (Trainspotting, 1996)

Han pasado 42 años desde que se comenzó la lucha por los derechos LGBT en México de forma abierta, para ser exactos, fue en junio de 1979 cuando se realizó la primer marcha LGBT completamente identificada como tal, desde entonces muchos dogmas sociales han cambiado, desde la percepción de la homosexualidad como un “desorden psicológico”, hasta su asociación con prácticas que atentan contra estatutos establecidos en ciertas religiones.

Pero, sí hay un adjetivo social que se resiste a desaparecer o cambiar en un sentido real, ese es el de joto, para ser exactos, este termino encuentra su origen por allá de 1910, a saber, dentro de la ahora extinta prisión de Lecumberri, en donde, se solía encarcelar a los homosexuales en la crujía J (crujía se entiende como sector o división dentro del inmueble).

Con el paso del tiempo el termino joto se transformó en parte del uso coloquial, siendo usado para referirse, no solo, de manera despectiva a todo aquel hombre que practicara la homosexualidad, sino, como el adjetivo ideal para quienes eran “escandalosas”, respecto a sus formas de comportarse, expresarse y, sobre todo, de vestir.

La percepción general, para un amplio espectro de la sociedad mexicana es la siguiente: un Joto es aquel hombre homosexual que en su cotidianidad actúa de forma afeminada en sobre manera, al grado de llegar a una imitación sobre exagerada, mientras que, un travesti es aquel hombre que gusta de vestirse como una mujer, con la diferencia, de que este puede ser o no un Joto.

Sí, un completo desastre de ideas, pero… ¿Qué tiene que ver esto con la cultura dragqueen?, bueno, en términos simples, podemos decir que la sociedad mexicana tiene cierta aceptación y hasta un grado de fetichismo con las dragqueen, más allá de la ideología patriarcal que predomina el sistema de creencias de un amplio sector de la sociedad, e inclusive, más allá de la homofobia y el rechazo, sea cual sea la forma de este último.

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Para muestra de ello solo basta echar una mirada a la década de los 70’s, época en la que el cine de ficheras se instauraba como la opción predilecta para generar ingresos, los cuales, mantenían viva a la industria nacional, en dicho género cinematográfico existían tres elementos fundamentales: mujeres desnudas, albures y juego constante con la homosexualidad, es decir, en cada cinta nueva que se exhibía en las salas de cine, la sociedad mexicana consumía eso a lo que tanto “miedo” y “desprecio” profesaba, tener a alguien homosexual en la familia era motivo de vergüenza, pero, verlos en pantalla era normal y hasta divertido, ahí, justo ahí, se comenzaba a gestar ese romance secreto entre el mundo LGBT y la sociedad mexicana, una relación más intima de lo que a muchos les gustaría aceptar.

Pero, a todo esto… ¿Qué es una dragqueen?, en primera instancia y, por el contario de lo que muchas personas puedan llegar a pensar, una dragqueen no es sinónimo de ser homosexual, ni tampoco de practicar cualquier otra preferencia sexual incluida en el abanico de lo LGBT, es decir, se puede ser una dragqueen siendo un hombre completamente heterosexual.

Puede ser difícil de entender, pero, la cultura del dragqueen se enfoca en la expresión de un alter ego y no de una preferencia sexual, desde la psicología, se entiende como alter ego a una personalidad alterna o personaje ficticio, mediante el cual, un individuo puede relacionarse en sociedad o expresar ciertos rasgos de su personalidad, los cuales, encuentran en esta manera una alternativa cómoda, ya que, el contexto de la identidad primaria puede no ser el adecuado para satisfacer el desarrollo psicoemocional de manera completa.

En este sentido, ser dragqueen tampoco es una burla o un ataque misógino hacia el concepto de feminidad y, en ultima instancia, a las expresiones y comportamientos de identidad de género particulares de las mujeres, puesto que, a pesar de la “exageración” presente e la personificación, esto se realiza con el fin de resaltar un arquetipo clásico de belleza, basado en el uso de maquillaje, moda exuberante/ extravagante y seducción destrampada.

Dentro de la cultura popular mexicana, las dragqueen están presentes en infinidad de medios, productos, escenas, representaciones, aliteraciones y un amplió etcétera. Las podemos encontrar en:

·         Centros nocturnos, tanto para caballeros, como para mujeres, al igual que para los LGBT

·         En alguna calle random desempeñando una actividad común y corriente

·         Shows en teatro y exposiciones artísticas

·         Televisión, ya sea en un programa exclusivo para mostrar esta cultura o como personajes espontáneos dentro de alguna otra temática

Tanto es el romance con las dragqueen, que por muchos años el actor y vedette mexicano, conocido como Francis, fue una estrella del espectáculo, al nivel de los galanes y actrices de telenovela de la época y de los cantantes más exitosos, para muestra de ello, cabe mencionar que El show de Francis era una locura completa, puesto que, aseguraba llenos completos en el teatro Blanquita, sí… la presencia de una dragqueen fascinaba al público en general… ¿será acaso que la sociedad mexicana también tiene sus alter egos de preferencia “bien” escondidos?

JR Brindiz


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