Según el Diario El Confidencial, hubo un día de 1962 en el que un chaval de 20 años llamó a una revista para poner un anuncio e intentar conseguir conciertos con su nuevo grupo. No había pensado en ningún nombre para el grupo, y no se dio cuenta hasta que le preguntaron por él, así que tocó improvisar. Miró a su alrededor y vio un grandes éxitos de Muddy Waters que abría con el single Rollin’ Stone. "Somos The Rolling Stones", dijo convencido al otro lado del teléfono. Lo que sucedió a continuación no le sorprenderá porque ya se sabe lo que pasó con aquel grupo, pero sí que hay alguna cosa por aclarar.
Aquel chaval era Brian Jones, fundador e icono de la banda londinense durante los años 60, y lo que falta por aclarar es qué ocurrió para que acabara ahogado en su piscina en el verano de 1969, dejando una de las muertes más turbias de la historia del rock. Coincidiendo con el 50 aniversario de su muerte, el cineasta Danny García (Barcelona, 1970) se puso a investigar sobre lo ocurrido para plasmarlo en el documental 'Rolling Stone: Life and Death of Brian Jones', que ahora llega a plataformas como Vimeo o Amazon Prime. La cinta se puede ver en versión original —inglés—, pero la edición con subtítulos en castellano tendrá que esperar algunas semanas más.
"Soy fan de los Stones desde pequeño, con 7 años empecé a coleccionar sus discos, y para mí Brian es el más interesante de todos ellos: el que tenía más estilo, el que tocaba los instrumentos más extraños y exóticos…", cuenta García en conversación con El Confidencial. Aunque si algo quería hacer, era esclarecer su final. "Era muy sórdido todo, en 50 años no hemos sabido realmente qué pasó. Salieron algunos libros en los 90, pero no quedaba claro qué había ocurrido exactamente, solo que era algo raro. Sigue habiendo muchas teorías al respecto”.
El líder de los mil y un instrumentos
Con la perspectiva de hoy parece impensable que los Rolling Stones hayan tenido alguna vez un liderazgo que no fuera el de Mick Jagger y Keith Richards, pero solo hay que ver portadas, fotografías o directos de aquella época para darse cuenta de que aquel chaval de melena rubia era el centro de todos los focos. Para muestra, esta actuación en The Ed Sullivan Show con algo no muy habitual: un tipo tocando el dulcimer en primer plano y el cantante en segundo.
Jones había conocido a Mick Jagger, Keith Richards y Dick Taylor [primer bajista de los Rolling Stones] en el Ealing Club de Londres en 1962, donde estos actuaban bajo el nombre Little Boy Blue and The Blue Boys. Solo invitó a Jagger a cantar con él en su nuevo grupo, pero le avisaron de que eran un pack indivisible y no quedó otra que aceptar. En aquel entonces, Jones iba acompañado del teclista Ian Stewart, miembro de la primera formación de los Rolling Stones y conocido como el 'sexto Stone', pero que pronto fue apartado de la primera fila por el mánager Andrew Loog Oldham, al que no le encajaba con la imagen que quería para la banda.
Jones no cantaba, no hacía letras, apenas tocaba guitarras solistas y ni siquiera llegó a acabar una canción completa para los Rolling Stones. Su cualidad era otra: aportar la idea o el detalle que hacía que sonaran distintos, además de redondear las canciones. Por ejemplo, fue clave su papel con el slide, toda una rareza en Inglaterra en aquel momento. "Brian se convirtió en arreglista gracias a todo tipo de instrumentos exóticos. Tenía facilidad para tocar cualquier cosa con intuición gráfica y, ya de pequeño había aprendido a tocar el piano, el saxofón y el clarinete", comenta el director del documental sobre este talento musical: "Era muy meticuloso en el estudio, todos le seguían para ver qué había que hacer".
Entre sus aportaciones más emblemáticas queda la marimba en 'Under My Thumb', la flauta dulce y el piano en 'Ruby Tuesday', el sitar en 'Paint It Black' o el mencionado dulcimer en 'Lady Jane'. "Sin Brian, no serían los clásicos que son hoy en día", sostiene García. Pese a ello, pero también por no haber acabado canciones al completo, su legado nunca ha quedado del todo reconocido en los créditos. "Cuando firmaban como Nanker Phelge [pseudónimo para las composiciones colectivas en los 60], estuvo de alguna manera en los primeros discos. Hoy en día le dan créditos por 'Paint It Black', pero estuvieron mucho tiempo sin hacerlo. Le deberían dar también por 'Ruby Tuesday', que es una canción que él escribió con Keith, pero la pusieron así para mantener la tradición Jagger/Richards", comenta el director, que agrega que también "compuso Eight Miles High con los Byrds. Ellos mismos han explicado que coincidieron en un hotel y la hicieron juntos, pero Brian dijo que no hacía falta que le incluyeran".
El talentoso perfil musical, eso sí, tiene su contraparte oscura en el lado personal. Inestable, maniático, paranoico… Son algunos de los adjetivos que le han dedicado parte de quienes le conocieron. Esto se debe a que "tenía muchos problemas que venían desde su infancia", subraya García, que considera que "era un tipo peculiar, también muy bromista, pero a veces las bromas eran demasiado pesadas. Para mucha gente era un tipo encantador y para otros era un tipo odioso".
En el documental también se traza un perfil de la personalidad de Jones a través del relato de las personas que tuvieron relación con él, como el propio Dick Taylor, el ex tour manager de los Rolling Stones Sam Cutler, el cantante Chris Farlowe o Stash Klossowski de Rola, uno de sus mejores amigos, con el que fue arrestado por posesión de drogas. También aparece Barbara Marion, hija del músico, que con 27 años dejó seis descendientes con seis mujeres distintas. La primera vez que fue 'padre' tenía 16 años.
También quiso hablar con Mick Jagger, Keith Richards y Charlie Watts, "pero no hubo manera porque estaban de gira en ese momento". En todo caso, no cree que se hubieran prestado. "Bill Wyman estaba metido en la producción de su propio documental y tampoco quiso hablar con nosotros", lamenta. Tampoco suenan canciones de la banda porque "los Stones no son dueños de su repertorio de los 60, que pertenece a ABKCO Records, la compañía de Allen Klein, y ellos no están nada interesados en ninguna producción sobre Brian Jones".
El año que acabó con Jones
El año que acabó con Jones no fue tanto el de su muerte como 1967, cuando todo se empezó a pintar de negro. Fue cuando acabó su relación con la modelo Anita Pallenberg, poco después de componer la banda sonora de la película 'A Degree of Murder '(1968), debut cinematográfico de la también actriz. El episodio final de aquel noviazgo fue uno de los más lamentables de la vida de Jones, con discusiones cada vez más violentas que degeneraron en maltrato. En unas vacaciones en Tánger junto al resto de Rolling Stones, acabó con la mano rota tras intentar darle un puñetazo. La banda le abandonó allí y, de paso, la actriz también lo dejó por Richards. Una historia que, desgraciadamente, es la más conocida entre la relación entre Pallenberg y la banda, pero que no hace justicia a la influencia estética y artística que tuvo en ellos.
Para entonces, el dúo Jagger/Richards se había hecho fuerte y la distancia con Jones ya era demasiado grande. Además, la banda protagonizó dos arrestos por posesión de drogas en apenas unos meses. Mientras que el resto supo capear el temporal e, incluso, utilizar el escándalo en su beneficio, el acoso policial y mediático aumentó las paranoias del fundador de los Rolling Stones, que se acabó autoinculpando. Es algo que su entorno no llegó a comprender y siempre ha denunciado como montajes preparados mano a mano entre Scotland Yard y el tabloide 'News of the World' —cualquier duda sobre su deontología es razonable—, con declaraciones inventadas o pruebas adulteradas. Tras la segunda detención, fue condenado a nueve meses de prisión, aunque fue puesto en libertad provisional a cambio de tratamiento psiquiátrico.
En abril dejaron de tocar en directo, pero para diciembre estrenaron 'Their Satanic Majesties Request', el álbum más experimental que hayan publicado los londinenses y el último con Jones en pleno rendimiento. Aunque hoy reverenciado, en el momento fue un pinchazo prematuro y no ayudó que saliera unos meses después de 'Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band', el disco que terminó de encumbrar a los Beatles maduros. En aquel entonces, claro, los de Londres acostumbraban a ir a rebufo de los de Liverpool.
De todos modos, en aquellas sesiones de grabación —que fueron bastante caóticas— estuvieron presentes John Lennon y Paul McCartney para grabar coros en 'We Love You', single —no incluido en el disco— con el que los Rolling Stones agradecieron a los fans su apoyo ante las presiones del poder: "You will never win we, Your uniforms don't fit we" ("Nunca nos ganaréis / Vuestros uniformes no nos sientan bien").
La receta letal
La vida de Jones no volvió a ser igual después de las detenciones. "Hasta entonces se mantuvo bajo control, era el que mandaba en el estudio", relata el director de 'Rolling Stone: Life and Death of Brian Jones', que matiza todo lo que se ha escrito sobre sus excesos con las drogas: "Antes de que lo arrestan toma de todo: coca, porros, LSD... Lo que le echen. Después solo consta que tomase alcohol y drogas de prescripción médica. Su médico le recetaba mandrax por un lado y unas anfetaminas por otro: unas le bajaban y otras les subían. Fue ahí cuando empezó a desvariar porque todo eso mezclado con alcohol es una bomba para el cerebro. En el videoclip de 'We Love You' aparece con la boca abierta y parece que va de heroína, pero no: va de mandrax y alcohol".
Después grabaron 'Beggar’s Banquet' (1968), donde participó de forma más o menos activa, dejando auténticas delicias para el oído, como el mellotrón de 'Jigsaw Puzzle' o el slide en 'No Expectations', cuya letra parecía presagiar lo que ocurriría después: "I've got no expectations / To pass through here again" [No tengo expectativas / de pasar por aquí de nuevo]. Para verano, Jones ya empezaba a estar fuera de sí y, según avanzaba la grabación, su participación caía. "No es que perdiera interés, es que se convierte en un personaje vegetal. En el estudio deja de tener coordinación, pierde el tempo, ya no toca bien...", recalca el director sobre este punto y alude a 'One Plus One' (1968), la película en la que Jean-Luc Goddard inmortalizó la composición y grabación de 'Symphathy for the Devil'. "Al principio le están enseñando la canción, que son tres acordes y ni siquiera puede rascarlos a tiempo por culpa del mandrax, principalmente".
Este año registró sus últimas aportaciones al mundo de la música. En un viaje a Jajouka (Marruecos) grabó en directo al grupo Master Musicians of Joujouka, sesión que luego produciría en Londres junto a sus ingenieros de confianza y se publicaría de forma póstuma bajo el título 'Brian Jones Presents The Pipes of Pan at Jajouka' (1971). También grabó los arreglos de percusión en 'All Along the Watchtower', la versión de Bob Dylan que Jimi Hendrix llevó a otro nivel. La amistad entre Hendrix y Jones, de sobra conocida, lleva décadas alimentando sospechas sobre una hipotética grabación inédita entre ambos. ¿Es así? "Lo que hay es un poco de jam con Brian al piano, pero es desastroso porque ya tocaba bastante mal. Phil Brown, uno de los ingenieros de Olympic Studios, cuenta que una noche apareció con Hendrix cuando iba a grabar 'All Along the Watchtower' y precisamente es cuando tuvo lugar aquello", responde García, que sentencia: "Ya no componía ni tocaba bien. Estaba todo mal. No creo que pueda haber mucho más".
Jones tuvo que echar el freno, pero los Rolling Stones no estaban por la labor y para el año siguiente ya tenían preparado 'Let It Bleed'. Durante la grabación del disco, detalla García, "Brian se pasa por el estudio a tomar unas cervezas, veía qué tocaban y se iba. No estaba pendiente de lo que hacía o dejaba de hacer el grupo". Mientras, Mick Taylor —que sería su sustituto— ya empezaba a colaborar en el estudio. "Con Brian tuvieron muchos malos rollos y pasaron muchas cosas, aparte de lo Annita. Se acabó convirtiendo en un problema para los Stones y por eso tuvieron que echarle", apunta el documentalista. El 8 de junio, Jagger, Richards y Watts acudieron a comunicarle el despido a Cotchford Farm, la mansión que Jones acababa de comprar en Sussex para desconectar de todo lo que le estaba ocurriendo y que antes había pertenecido a Alan Alexander Milne, creador de Winnie The Pooh. "Él ya se lo esperaba cuando le echan, lo veía venir. No podía ni salir de gira por Estados Unidos en muchos años por los arrestos de droga y las causas pendientes. Era inviable".
En la nota con la que anunciaron su salida, se aludía a unas hipotéticas diferencias musicales, algo llamativo si se tiene en cuenta sus gustos y lo que habían publicado. "No tendría ninguna coherencia que no le gustaran discos como los que hacían. Según su amigo Stash, él estaba muy orgulloso de la música que hacían y el reconocimiento que tenían. Era su creación, él estaba con ellos", responde el director sobre este punto.
Ni un mes después, el 3 de julio, Jones apareció sin vida en el fondo su piscina, frente a la estatua de Christopher Robin, el protagonista de 'Winnie the Pooh' e hijo de Milne. Se convirtió en el segundo músico en ingresar en el club de los 27. El primero había sido Robert Johnson (1911-1938), precisamente uno de los guitarristas más admirados por Jones y el resto de la banda, que en aquel momento estaba preparando la versión de su 'Love in vain'. El informe forense declaró la "muerte accidental" por "inmersión en el agua bajo la influencia del alcohol y las drogas". Después, resultó que el alcohol había sido más bien escaso y las drogas "eran de prescripción médica, porque en la autopsia encuentran las anfetaminas que le habían recetado". Como guinda, resulta que Jones no era ni mucho menos un amante del deporte, pero con una excepción: la natación.
¿Quién mató a Brian Jones?
La versión oficial ha dado lugar a todo tipo de teorías, algunas en terreno de la conspiranoia, como aquella que asegura que fue un asesinato planeado por la industria discográfica para evitar un hipotético grupo que formaría con John Lennon y Jimi Hendrix. 'Rolling Stone Life and Death of Brian Jones', en cambio, respalda las investigaciones del periodista Scott Jones, la única persona que ha visto los archivos policiales, gracias a una petición de acceso a la información: "Scott nunca llegó a tener todos los documentos porque siempre faltaban páginas y nadie se las proporcionaba, pero incluso con esas carencias se podía ver claramente lo que había pasado. Ha estado diez años investigando y sabe perfectamente todo lo que ocurrió aquella anoche".
Pero antes un poco de contexto. Jones quería reformar su nueva mansión y le encargó los pormenores a Tom Keylock, road manager de los Rolling Stones y recadero del multiinstrumentista tras su salida. Le encomendó la tarea a la cuadrilla de albañiles de su amigo Frank Thorogood. Según a la versión que se atienda, Jones se pasaba de la raya con ellos o estos eran los que se aprovechaban del músico venido a menos. "Seguro que les tocó los cojones a los obreros quejándose por todo y dando por saco", dijo Richards en su autobiografía, mientras que el resto de sus excompañeros también han sostenido que su muerte fue consecuencia de sus abusos y carácter, fuera accidental o no.
La cuestión es que andaban todo el día gresca y, en esas, los Rolling Stones dejaron de costear sus gastos. Ahí Jones decidió despedir a los albañiles, con los que tenía una deuda que ya ascendía a varios miles de libras. Fue el mismo día de su muerte. Según la versión oficial, solo estaban en la casa su amiga Anna Wohlin, Frank Thorogood y su novia, Janet Lawson. "Ninguna persona de las que estuvo allí aquella noche ha dicho nunca la verdad", asevera García, ya que las versiones han ido cambiando y contradiciéndose. Keylock, por cierto, aseguró que Thorogood le había confesado en su lecho de muerte —ya en 1993— que él había sido el asesino.
"Siempre se ha dicho que estaban los cuatro solos, que Keylock no estaba y Brian se ahogó solo... Pero es que no tiene nada que ver con lo que ocurrió", continúa el director del documental: "Esa noche, en la casa había una docena de personas que se habían estado peleando durante todo el día y la muerte fue consecuencia de la última pelea". Las pesquisas de Scott Jones apuntan a que la pelea acabó con el albañil o alguno de sus compañeros ahogando a Brian Jones —el apellido es coincidencia— en algún abrevadero de la casa, desde donde habría sido trasladado, ya sin vida, a la piscina.
La investigación fue tan escasa que no aclaró prácticamente nada. García explica que "los primeros policías que llegan a la granja en el momento de la muerte estaban haciendo su trabajo, anotando todo y tienen toda la información; pero luego las altas instancias deciden archivarlo y se acabó. El hermano de Tom, Frank Keylock, era un policía importante y movieron los hilos para que él no fuera investigado; y a Thorogood apenas lo interrogaron". En los siguientes días, desaparecieron numerosos objetos personales de Jones y nunca ha quedado claro quién los sustrajo ni dónde acabaron.
En 2010 hubo un intento de reapertura del caso, sin éxito, y el archivo policial no verá la luz hasta 2044 —75 años después—, por lo que el director tiene claro que se hizo así "para que todos los implicados estén muertos cuando llegue el momento de saber la verdad y ocultar lo corrupta que eran la policía y el gobierno en la Inglaterra de los 60". Pero ¿por qué le interesaba a nadie ocultar que Jones había sido asesinado en una pelea con una cuadrilla de albañiles? García pone el suceso en su contexto: "A partir del 67, con la explosión del ácido, los gobiernos están muy preocupados por lo que está haciendo su juventud: fumando porros, tomando LSD, bailando música 'extraña' de madrugada... Y en su momento era algo que se tomaban realmente en serio, aunque hoy nos pueda parecer jauja y un cachondeo". Por eso no tiene dudas de lo que ocurrió. "El Gobierno británico utilizó su muerte para hacer un anuncio antidrogas a su costa. Es lo más triste de todo: dejaron libre al asesino a cambio de poder utilizar su imagen para hacer un póster".
"La sociedad vio a los Stones en los 60 como vio a los Pistols en los 70: unos gamberros hooligans con el pelo largo, desagradables, muy rompedores… Y Brian se convirtió en un icono de todo eso", desarrolla el cineasta, que lamenta que "aquella muerte hizo que quedara en el olvido, pero tuvo una influencia global increíble". Pero no solo fue eso, sino que "también los Stones se han encargado de mantenerlo en el olvido". "Cuando entrevistamos a Gered Mankowitz, uno de los primeros fotógrafos de la banda en los 60, nos comentaba que es mal rollo hablar de Brian Jones con ellos. No acabaron siendo grandes amigos".
Ni la muerte del fundador de los Rolling Stones hizo que la actividad de sus —hasta hacía unas semanas— compañeros se frenara lo más mínimo. A las pocas horas de recibir la noticia, acudieron a los estudios de la BBC para grabar un 'Top Of The Pops' en el que presentaban su nuevo single, 'Honky Tonk Women'. Dos días después estaba previsto el regreso de los Rolling Stones a los escenarios, tras más de dos años de parón. El concierto, celebrado en Hyde Park —el mítico The Stones In The Park—, era una presentación de Mick Taylor que trataron de reconducir como homenaje al fallecido. Tras la lectura de un poema en su memoria, Jagger abrió una caja en la que salieron cientos de mariposas que tuvieron una exigencia no muy allá: respirar. Cuando llegó el momento de sacarlas a escena, la gran parte habían muerto —también— ahogada.