Era 1911 cuando el geólogo australiano Griffith Taylor observó algo que ningún ser humano había visto hasta la fecha: una extraña catarata que surgía en mitad del hielo de la Antártida.
Pero esa caída de agua contaba con un elemento que la convertía aún en algo mucho más extraño: el agua que emanaba de su interior no era transparente, como se supone que debería ser, sino que un flujo de un color rojo muy vivo salía de las entrañas de un bloque de hielo. Este hecho le valió ganarse el sobrenombre de Cataratas de Sangre. Desde ese momento, se convirtió en uno de los eventos de la naturaleza más increíbles que se puedan ver en todo el planeta y, por si fuera poco, se convirtió en toda una leyenda gracias a la dificultad que entraña poder llegar hasta la zona y ver esta impresionante caída de agua. Los primeros análisis de los expertos determinaron que lo que provocaba el color rojo de esta catarata era una serie de algas presentes en la zona que teñían su color y generaban este impresionante efecto. Pero nada más lejos de la realidad: la respuesta era mucho más compleja.
Un siglo más tarde, en el año 2017, un grupo de científicos de la Universidad de Alaska Fairbanks y del Colorado College consiguieron analizar en profundidad este evento de la naturaleza para determinar que, en realidad, lo que estaba ocurriendo era algo mucho más extraño: debajo del propio glaciar existe una fuente de agua natural que, a lo largo de los años, ha ido acumulando partículas de hierro. Este elemento se ha mezclado con el agua y, al salir al exterior, su mezcla con la atmósfera provoca que se oxide, lo que genera que el agua simule el color de la sangre. Así lo determinaron en un estudio publicado en el 'Journal of Glaciology', en el que se desvelaba el extraño misterio que rodeaba a esta catarata, en lo que es un caso único en todo el planeta.
¿Qué hay debajo del glaciar?
Se trata de un lago salado que tiene más de cinco millones de años de antigüedad y cuya acumulación salina es tan importante que da lugar a que el agua sea líquida. La fusión constante entre hielo y la sal genera un calor continuo que es el que hace que el agua no se congele; el oxígeno de la atmósfera genera la oxidación necesaria para tan impresionante efecto cuando sale al exterior.
Pero, a pesar de que los expertos han conseguido revelar el misterio que escondían las Cataratas de Sangre, aún sigue guardando en su interior mucha mística, especialmente por tratarse de un lugar prácticamente imposible de visitar. Ubicadas en la lengua de Taylor, un glaciar situado en la costa de la Antártida Oriental, solo los más privilegiados pueden acceder hasta la zona: de hecho, desde que fueran descubiertas solo han sido vistas de cerca por un puñado de científicos que se han encargado de investigar sus características.
A día de hoy, la única manera de ver este espectacular evento de la naturaleza es en helicóptero o en barco. Las Cataratas de Sangre son un lugar fundamental para los científicos, pues se trata uno de los principales puntos que podemos hallar en la Tierra en los que los expertos pueden analizar la vida microbiana en condiciones extremas. De manera habitual, para poder ver cómo estos pequeños organismos sobreviven, en qué condiciones y bajo qué preceptos es necesario realizar profundas perforaciones en la superficie polar, pero todas ellas terminan teniendo riesgo fundamental: el uso de numerosa maquinaria durante un tiempo elevado aumenta el riesgo de contaminación por parte del ser humano.
Sin embargo, esta caída de agua ofrece las condiciones perfectas para poder ser analizada sin tener que perforar. De hecho, la NASA está muy interesada en estudiar los diferentes tipos de vida que se pueden generar dentro de las Cataratas de Sangre, pues creen que los los lagos de agua líquida subglaciares son propicios para el desarrollo de formas de vida elemental, al estar protegidos de la radiación ultravioleta de la superficie. Y es que creen que los hallazgos que puedan lograr aquí pueden ser extrapolables a la búsqueda de vida en el Sistema Solar, fundamentalmente en tres zonas: Marte, Europa (la luna de Júpiter) y Encelado (el satélite de Saturno) buscando vida extraterrestre, algo que cada vez está más cerca de suceder.
En 2012 las Cataratas de Sangre fueron consideradas como Zona Antártica Especialmente Protegida. Posiblemente, se trata de uno de los efectos naturales más impresionantes que podemos ver en el planeta, donde el espectacular blanco polar queda teñido de un color rojo que parte del interior de la Tierra, en lo que simula la sangre saliendo de una herida abierta.