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¿Cuánto cuesta gritar ¡Ehh Puto!? ¿Irá México al mundial de futbol en Qatar?

Hablar del representativo mexicano en las copas del mundo, es hablar de 3 hechos inobjetables:

• Color y ambiente peculiar en cada partido

• Momentos históricos tales cómo “el gol más bello de los mundiales”

• Un muy importante actor en el terreno de lo económico

Para nadie es una revelación que México es una de esas selecciones, las cuales, a pesar de nunca haber conseguido el título de campeón del mundo, sí puede presumir ser un participante “obligado”, puesto que, el combinado azteca se mantiene en el quinto lugar de las selecciones que más participaciones han tenido en la historia de la justa mundialista, solo por de tras de Brasil, Alemania, Italia y Argentina respectivamente, esto, con 16 apariciones.

A decir verdad, la última ocasión que México se ausentó de un mundial, fue en el ya muy lejano Italia 1990, esto debido a que la FIFA decidió excluir a la Federación Mexicana de Fútbol (FEMEXFUT), de toda competencia internacional por un lapso de 2 años, medida que fue tomada por el ente rector del fútbol mundial, luego de que se diera a conocer el caso de los cachirules, en el cual, los altos directivos de la época, decidieron alinear de manera ilegal a jugadores que sobre pasaban la edad de la categoría sub-20, esto, para participar en el pre mundial de Guatemala 1988.

Pues bien, 33 años después de aquel vergonzoso suceso, pareciera que la historia se repite, pero, está vez no por omisión de los directivos, sino, del aficionado promedio y su romance tóxico con el grito “¡Eh, Puto!”. En contexto resumido, la primera ocasión que la FIFA se pronunció al respecto de esta situación fue durante el mundial de Brasil 2014, en dónde, se extendió la recomendación para dejar de hacerlo, puesto que, atenta contra el “fair play” y las buenas costumbres que apoya la organización, sin embargo, poco o nada le importó esto tanto al aficionado como a la federación, en ese momento se comenzaría a gestar lo que podemos clasificar como un estira y afloja en el poder.

La batalla comenzó en el momento en que la FIFA, cansada de emitir recomendación tras recomendación, decidiera empezar a cobrar multas por cada ocasión que el grito se hiciera presente, las cuales, han ido aumentando progresivamente en cada exhibición dando un acumulado de 14 multas, expresadas en 7 millones de pesos, esta cifra (siendo honestos), es una limosna en comparación a todo lo que recauda y maneja la FEMEXFUT, situación que por supuesto ya no causó gracia entre los directivos y todos los involucrados en el negocio.

El último escándalo respecto al tema se suscitó el pasado 19 de junio, cuando la FIFA castigó nuevamente a la selección mexicana, pero, está vez no solo quedó en lo económico, sino que, ahora se le ha impuesto jugar sus dos próximos partidos oficiales a puerta cerrada. Desde 2019 la FEMEXFUT ha intentado por todos los medios posibles, concientizar a los aficionados, explicando con peras y manzanas que dejen de realizar el grito, el cual, posee de acuerdo con los nuevos hábitos de inclusión, respeto, equidad y comportamiento colectivo, una carga violenta, denigrante y discriminatoria ante la comunidad LGBT, pero… parece que nada de lo que se ha intentado da frutos, por el contrario, el aficionado promedio pareciera tener intenciones muy muy diferentes a las de la federación.

Aquí es donde se juntan los 3 elementos ideales para que detone la hecatombe, por un lado está la FIFA cuyo discurso es el de mantener y fomentar la inclusión en todo aquello que esté bajo su control, por supuesto erradicando todo aquello que atente contra el bienestar humano (posición hipócrita, ya que, este mismo organismo otorgó la sede del mundial 2018 a Rusia, un país abiertamente homofóbico y por otra parte, se ha hecho de la vista gorda respecto a las condiciones inhumanas, en las que, trabajan los obreros en Qatar para lograr la construcción de los estadios necesarios para la edición 2022).

Por otro lado tenemos a la FEMEXFUT junto a todas las empresas que mantienen relaciones económicas en el tema selección mexicana, en este sentido la encomienda es clara, no permitir que se ponga en riesgo la entrada de capital, sea cual sea el caso, puesto que, para nadie es un secreto que el motivo de que México juegue en Estados Unidos gran parte de sus partidos, es el dinero, la monumental derrama económica que se percibe en dólares, más allá de cumplir con la agenda de lo políticamente correcto, el fin es no quedarse sin negocio.

Y en última instancia, pero, no menos importante… el aficionado, en este caso se podría pensar que todos los aficionados abogan ciegamente por el bienestar de aquello que les apasiona, llámese un artista famoso, llámese un estilo de vida, llámese un equipo de fútbol… la lógica misma dicta que no deberías dañar a eso que amas, pero… ¿Por qué no se ha dejado de practicar el grito?, Bueno, las respuestas pueden ser muchas y muy variadas, desde un punto de vista antropológico explicando nuestra necedad intrínseca como sociedad, hasta un nulo entendimiento cognitivo de la situación, pero… ¿Y si se trata de una nueva forma de ejercer el poder?, porque el aficionado estará ahí siempre, en las buenas y en las malas, pero, también se cansa, se harta de las pésimas decisiones que se toman sobre la selección y puede llegar un punto en dónde “todos coludos o todos rabones”.

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A saber, el descontento de gran parte de la afición mexicana radica en las prácticas usureras con las que es manejado el representativo mexicano: partidos “moleros”, no salir de la zona de confort en cuanto a competencia deportiva, exclusividad y preferencia hacia ciertos medios, imposición y exclusión por cuestiones estrictamente personales / contractuales y no basadas en el nivel de juego, papelazos y humillaciones en el terreno de juego, corrupción y nula transparencia de intereses, entre un amplio e interminable etc. De circunstancias, las cuales, han llevado al aficionado a estar muy descontento, es decir, muy por encima de lo que se pueda llegar a creer, que… el aficionado al fútbol no suele ser una persona consiente o exquisita en cuanto a lo que consume, lo cierto es que, quizá esa aseveración misma pueda topar con pared en estos momentos, a los aficionados nada… nada les cuesta dejar de gritar “¡Eh, puto!”, pero… ¿,Y si esa es la manera de castigar a los administrativos del negocio?, ¿Una forma de exigir una mejora en lo deportivo y competitivo como representativo?, si esto fuese real, entonces estamos ante uno de los mayores problemas que ha enfrentado la FEMEXFUT, un 2 contra 1 en dónde todos tienen algo que perder.

La FIFA pierde mucho, mucho dinero si México no asiste al mundial, de hecho, según reportes de medios cómo Expansión, Récord y Forbes, en la pasada edición de la copa del mundo en 2018, cada aficionado mexicano gastó entre 54 mil 027 (servicios y gastos económicos) a 134 mil pesos mexicanos (servicios y gastos del tipo 4 - 5 estrellas), tan solo, durante la fase de grupos, en relación a esto, la FIFA misma registró poco menos 44 mil “FAN ID”, cuyo pasaporte era de origen mexicano, es decir, que en el escenario más humilde, la presencia del Tricolor, representó una derrama económica de 2 mil 377 millones 188 mil pesos mexicanos, o su equivalente en dólares que sería de 119 millones 784 mil 815.

La FEMEXFUT podría perder más allá del ingreso que representan  unos cuantos partidos a puerta cerrada, la oportunidad de participar en toda competencia, llámese Nations League, Copa Oro e inclusive el mismo mundial de Qatar 2022, situación, que sería un golpe crítico para las operaciones y existencia misma de la federación, ya que, no solo se pierden los ingresos propios de los eventos, sino, los de todo el aparato mediático y de patrocinios, sin hablar de la furia de todos los dueños de los equipos en la Liga MX, en números, según un reporte del periódico El Heraldo, la perdida sería de aproximadamente 950 millones de dólares.

En cuanto al aficionado, la perdida sería más en lo sentimental y moral, ya que, sencillamente no podrían observar a su selección compitiendo contra las mejores del mundo y evidentemente, aplazar cuando menos 5 años más el sueño de verse como campeones del mundo, sin embargo, quienes son fanáticos del deporte simple y llanamente verán el mundial con o sin México y de igual forma, todos aquellos que habían planeado realizar el viaje a Qatar, en mayor o menor medida lo realizarán de cualquier manera tanto por la inversión realizada y la magnitud que el evento mismo representa.

Mientras esta novela se resuelve, lo único que queda de manifiesto es que una vez más la inclusión y el cumplimiento de la agenda de lo políticamente correcto, es una simple excusa para mantener andando los negocios, para conseguir objetivos que poco o nada tengan que ver con lo que se promulga, no se trata del trato digno a una parte de la sociedad que en efecto a sido y sigue siendo violentada, sino, de cuánto rédito se puede sacar según el interés de cada uno.

 JR Brindiz


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